viernes, 20 de mayo de 2011

LA SITUACIÓN PROBLEMA EN LA ENSEÑANZA DE LA HISTORIA:

En la escuela mexicana de educación básica y media básica, la práctica común en la enseñanza de la historia se reduce a la memorización de datos y fechas totalmente descontextuados de un proceso histórico así como al culto acrítico de los héroes nacionales. Durante el seminario sobre la aplicación de la situación Problema en la enseñanza de la historia impartido por el Dr. Alain Dalongeville.


La primera impresión.

Los cambios en mi percepción ante un nuevo conocimiento –que yo misma estaba construyendo- me llenaron de una gran energía, que pude desbordar al interior del grupo de trabajo, traduciéndose en una actitud de constante búsqueda.
Acerca de la enseñanza de la Historia y la idea de Concepto:
No fue sino hasta el seminario sobre la aplicación de la Situación Problema en la enseñanza de la historia que me ocupé en considerar más de una “versión” de los diferentes capítulos de la historia que reviso con los niños en el aula.
La situación de lectura activa que implica regresar al texto una y otra vez motivados por una misión, la confrontación de puntos de vista que produce cuestionamientos y la idea de concepto como herramienta de transformación, fueron apareciendo como posibilidades reales con que dotar de sentido a la práctica de mi labor docente.
La historia como disciplina formadora de espíritu crítico.
La historia me ocultará, de alguna manera, sus posibilidades como disciplina formadora de un espíritu crítico que implica un trabajo continuo y permanente de una búsqueda de reconstrucción.
El hecho de reconocer que las cosas, los conceptos, el conocimiento no se ha inventado de la nada, que surgen de un proceso de construcción, que tienen una historia, contribuyó a una transformación profunda de mi concepción de la enseñanza de la historia y más aún, acerca de la construcción de los saberes al considerar que “la problematización, en la construcción del conocimiento, pone en juego todo el potencial que poseemos”.


El concepto de Alteridad.

Durante el seminario, las acciones derivadas de la experimentación de la SP me dieron cuenta de su potencial importancia al considerar que… “al estudiar la historia se establece un encuentro con el “otro” (un actor o un testimonio del pasado) y que este es también un encuentro con la mentalidad, la cultura del “otro” que habla de “otro” y de si mismo”.
El intercambio al interior de los grupos de trabajo, también se establece un encuentro con los “otros” en el presente, encuentro del que todos salimos afectados y en el que también somos confirmados, reconocidos.
Una cierta capacidad para vivir “saludablemente” en sociedad con todas sus implicaciones. Estoy convencida de que la escuela elemental cobra una importancia crucial en la construcción colectiva, compartida, confrontada de los saberes.
….. si la enseñanza de la historia puede contribuir a la formación de ciudadanos es formándolos en el encuentro con el otro (que este último pertenezca al pasado o al presente), encuentro sin el cual las identidades que contribuimos a crear se construyen de forma cerrada sobre sí mismas y la sociedad se convierte en una simple yuxtaposición de estas últimas…..
Los cambios antes de la escritura de la SP.
Antes de iniciar a escribir cualquier propuesta SP estuve gozando tanto su experimentación como las reflexiones que al respecto de su conformación se nos descubrirán.


El último día.

Concluimos con atropellada prisa lo necesario para la exposición de la SP que construimos acerca de la guerra cristera y los carteles -incluido el mío como alternativo-.
Iniciamos las exposiciones de los otros equipos –tres antes que tocara el turno nuestro-. Yo estaba muy pendiente de lo que los compañeros exponían encontrando coincidencias. También estaba particularmente atenta a lo que el animador les podía devolver acerca de su exposición e incluso a partir de alguna reflexión que surgió de una de estas exposiciones, todavía agregué algo más a nuestro cartel.
Finalmente toco el turno a mi equipo. Sobres este punto no se puede dejar de reconocer que la estructuración que a continuación presento sobre la SP de los Cristeros fue posible gracias al intercambio que se dio al interior del equipo en que trabajé y a las aportaciones que el grupo hizo a través de las diferentes exposiciones.

La guerra cristera o Cristiada.

Explicar este conflicto resulta tan complejo, que tratar de explicarlo como un enfrentamiento entre la Iglesia y el Estado apenas si expone una parte del mismo sin considerar los aspectos políticos y sociales que igualmente lo caracterizaron.
Históricamente las relaciones entre Iglesia y Estado, desde la época de la Nueva España y, sobre todo, a partir de las reformas borbónicas, no fueron del todo siempre cordiales. Basta reconocer a los sacerdotes participantes –Miguel hidalgo y Costilla, José Ma. Morelos- en la guerra de Independencia (1810). Más tarde, después del triunfo de la República restaurada (1867), la Iglesia resistió el nuevo embate en contra de sus intereses. Durante el Porfiriato (1888 a 1904) pareció recuperar terreno, pero solo hasta donde el Estado se lo permitió.
La culminación ideológica del periodo revolucionario fue la Asamblea Constituyente de Querétaro, celebrada en 1917. La mayoría radical aprobó allí una constitución que mantuvo en vigor los ideales del liberalismo del siglo XIX, expresados en la constitución de 1857, pero rechazaron sus procedimientos… en la constitución de 1917.
Las primeras aplicaciones concretas de las leyes agrarias, obreras, anticlericales y anti-extranjeras, tuvieron que esperar el advenimiento al poder de la “oligarquía” norteña o de Sonora, que conquistó el poder por las armas en 1920 cuando Carranza cometió el error político de tratar de imponer a su sucesor. La fase constructiva de la Revolución empezó bajo la presidencia de Álvaro Obregón y continuó bajo la de Plutarco Elías Calles. Sin embargo, la estabilidad del País se vio amenazada por una controversia diplomática con los Estados Unidos y por un conflicto interno con los elementos católicos. La raíz de ambas amenazas fue el esfuerzo por llevar a la práctica los artículos más revolucionarios de la constitución de 1917…
Al igual que los artículos 3 (educación), 5 (ordenes religiosas)y 27 (propiedad9, el artículo 130, estableció una política de suma intolerancia así como de marcada tendencia anticlerical.
En 1925, bajo el gobierno del general Plutarco Elías Calles las relaciones entre el gobierno y los católicos se hicieron más tensas. Calles explicó con rigor el artículo 130 y un buen número de sacerdotes de origen extranjero fueron expulsados del país..
Mientras tanto, el 22 de febrero de 1925, un grupo de católicos que pretendían fundar la Iglesia Cismática Mexicana, se apoderan de la parroquia de la Soledad, en la Ciudad de México – recuperada dos días después-.
El 4 de febrero de 1926, el arzobispo de México, Don José Mora y del Río, es consignado al subprocurador de Justicia por sus declaraciones de que el clero católico no reconocería y combatiría los mandatos de los artículos 3º,5º,27 y 130 de la constitución, incidente que marca el inicio de la “rebelión cristera”.
El 2 de julio del mismo año, el presidente Calles cursa un decreto publicado en el Diario Oficial, sobre delitos y faltas en materia de culto religioso. En respuesta, el Episcopado mexicano publica una carta pastoral colectiva anunciando la suspensión de cultos en toda la República a partir del día 31 en que entraría en vigor la Ley del 2 de julio.
Los rebeldes se llamaron así mismos primeramente “defensores”, luego libertadores y, por último, acogieron positivamente el nombre despectivo de “cristeros”.
A fines de 1926 y principios de 1927, los cristeros se levantaron en toda la república. A los que inicialmente se agruparon alrededor de la Liga Nacional Defensora de la Libertad Religiosa fueron adhiriéndose diversos grupos católicos.
Los motivos pues, de quienes participaron en la Cristiada –grupos dirigentes, campesinos cristeros, cúpula eclesiástica- no eran necesariamente los mismos. El cristero era ajeno a la alta intriga política, a las desavenencias entre el episcopado y la Liga. Su ideología correspondía a la de los hombres que antes integraron las tropas de Villa o de Zapata, resaltando su carácter defensivo y reivindicador.

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